viernes, 10 de octubre de 2014

Hashishin


Hashishin
 



Guardaos pues,
No sirváis a dioses ajenos,Y os inclinéis a ellos.Y si así fuere,el furor de Dios se derrame sobre vosotros.No abra Dios los cielos.No haya lluvia,ni la tierra de su fruto… ¡Y perezcáis¡   
– ¿Quién la tiene más larga? – Se preguntaba el imaginario popular aunque ya sabía la respuesta.El argentino medio lo consagró, la clase política y empresarial lo idolatró, gobernó como un déspota de harén. Poseyó todas las mujeres. Trató como eunucos políticos a los machos y abogó para que los influyentes se embolsaran al estado; pero ya no se le paraba. Tampoco se resignó a devolver su mandato (todo un terremoto para los centros del poder).Mendes demandó a Dios que lo reencuentre con su destino. Trató de sobrevivir con el cannabis y le dio tanto al Hashish que perdió la virtud visionaria. Acabó, con todo y su impronta, en la Galería Norte.
Aislado entre los truchos del pasaje, la mayoría pachamameros que le daban al acullico, el Turco abrazó con desesperación la biblia de los musulmanes. Ambientó su local como Las mil noches y una noche: Alfombra persa con almohadones de raso, mesa ratona con arabescos en marfil y una cortina de terciopelo verde que ponía límites a lo público, pero lo que más llamó mi atención fue un alambique con manguera y boquilla.
– Es un narguile me dijo y con un gesto me invitó a sentar entre los cojines.
Desarmó la pipa. En una pequeña cacerola que ha­bía dentro colocó unos pedruscos de resina, los tapó con una latita agujereada y puso brasas encima. A poco comenzó a humear. Es Hashish – aclaró.¡Ah… sí!
Tras un incómodo silencio puso la manguera sobre la ratona y me invitó a fumar. Le di una profunda seca. Era aromática, suave a la garganta. Chupé como un bebé goloso.
– Tenés que compartir – dijo.Devolví la boquilla.– No apuntés con el caño – reprochó –. En la cultura árabe es una falta de respeto, dejá la manguera en la mesita.Había un período ventana. Para matar el tiempo habló del Korán, de Mahoma...Al rato comencé a perder el control. Al pronunciar la ele mi legua cobró vida, saltó de mi boca y se enroscó como una culebra. Me esforcé por someterla.Nos cubrió una noche sin ventura. El coro de angelicales castratis cobró presencia, celebró la llegada de un guerrero que, solo de toda soledad, en su eterna incomunicación, decidió cambiar el paradigma:Creó los cielos y la tierra. Y llamó a lo seco Tierra. También dijo: Produzcan las aguas seres vivientes. Y aves que vuelen sobre la tierra.Y creó al hombre a su imagen. Varón y hembra los creó, y les dijo: Aprovechad y procread. Al ver el esfuerzo que ponían en multiplicarse, el día séptimo su mano izquierda cobró vida sexual y creó la Vía Láctea, disipó la oscuridad y separó el día de la noche.
La tierra comenzó a oscilar, y el tiempo se comprimió, y La Galería Norte fluyó como un río cuyo caudal se filtraba en las arenas del tiempo.Todo cambiaba nada estaba fijo, todo discurría. Todo estaba en movimiento. Algunas cosas se convulsionaban rápidamente, otras eran más lentas y el cambio me atormentó. Me cagó de miedo el cambio. Y la aprensión era lo estable, lo único que no cambiaba: La metamorfosis tras los esplendores de la creación.Mortecino desaliento. Transición sepia y con vocación suicida.Me propuse zafar con lo lúbrico, sexo duro luego de una primera etapa de contaminación racional.
¿Dónde acaba el delirio y comienza la realidad?
Lo del Turco no fue un acto de benevolencia, tal vez ni siquiera evangelizaba el islam.¿Sólo una muestra gratis? 

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